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Pensamientos de madrugada VI

Algunas veces me frustro. Si, no lo puedo negar. He hecho tanto y a la vez tan poco. He recorrido bastante camino, la experiencia me lo dice, pero, ¿hubiera podido recorrer más? Tengo la edad suficiente para tener tantas cosas que aún no consigo, pero también la edad necesaria para seguir buscando lo que me falta. Hay días que camino y me comparo con la gente, con los que conozco que lo tienen todo, también con los que tienen poco o nada. ¿Estoy loco? ¿Está mal latigarme de esta manera?, ya no lo sé. La mente me juega malas pasadas y así como hay días donde me siento inalcanzable, hay muchos otros más dónde soy un don nadie y no sé tampoco si eso me molesta. Pasar desapercibido, no estar en bocas ajenas, que no hablen ni digan, que no opinen y, si lo hacen, no tengan la certeza. Todo ahora es muy banal y aunque cada quien lleva su ritmo, soy consciente de como yo mismo le he metido freno al mío. ¿Arrepentimientos? Solo algunos. ¿Deseos de haber sido más astuto cuando pude? Todos los qu...

Pensamientos de café

 La tarde era fría, nublada, con pronóstico de lluvias hacia las horas de la noche. La gente caminaba ligero y con afán, algunos apuntando sus abrigos, otros con las manos en los bolsillos y sus bufandas que solo dejaban ver sus ojos. El viento mecía los vestidos como capas de héroes de los comics del kiosko. Los parasoles del café se movían fuerte como si quisieran salir a volar y ser como la sombrilla en el musical de Mary Poppins. Ya la servilleta debajo de la taza tenía la marca del té regado y el cenicero solo tenía el rastro de los cigarrillos apagados, sin colillas ni residuos. Era una tarde fría como hacía tiempo nadie en el pueblo sentía, y yo, simplemente estaba ahí pensando en cuál sería mi siguiente movida. ¿Otro té? No, innecesario para mí. ¿Caminar como el resto de la gente? Quizá, pronto las calles estarían solas y podría caminar con calma escuchando mis pasos fuertes sobre las calles de piedra. Pero… ¿y la lluvia? Estaba pronta, las golondrinas revoloteaban yy ...

Aniversario

 ¿Sobrevivir? Si, sobrevivir. Es algo que hacemos a diario; sobrevivimos a la vida misma, al estrés del día, al clima bipolar, al niño gritón que va al lado de nosotros en el transporte público o al señor de la tercera edad que se va quejando de tu pinta y te regaña por como luces.  Sobrevivimos a lo que no nos gusta porque nos toca, sobrevivimos para llegar a ese lugar que deseamos y tanto nos ha costado, sobrevivimos de una manera que ni siquiera entendemos y no podemos explicar... Pero si, sobrevivimos.  Hace un año, sobrevivir era mi palabra de fuerza. Horas después de una caída "volando en bici" en el parque Nacional, sobrevivir era lo que quería, y así se lo pedía a los médicos: "Hagan lo que tengan que hacer, pero quiero seguir viviendo"  A las seis de la tarde de ese 28 de noviembre fui consciente de todo lo que había escuchado, visto y hablado. Y si, nuevamente era un sobreviviente, porque entré al hospital con un intenso dolor entre el vientre y la espalda...

Recuerdos (corto)

Si de confesiones se trata y quieres hablar, lo hacemos. Confieso que aún vivo con recuerdos de nosotros, tan activos y vivaces como si siguieran sucediendo esos momentos en los que solo estábamos tu y yo, caminando, riendo, hablando, tomando café… Confieso que aún hay mañanas en las que despierto creyendo que estarás a mi lado. Que podré darte un beso antes de meterme a la ducha y al poco tiempo llegarás desnuda a bañarte junto a mí. Que recuerdo esa última vez que estuvimos juntos como si acabara de pasar. Aún siento mis manos toscas recorriendo tus piernas suaves, mientras nos fundíamos en un beso pasional y poco usual. Recorriendo tu piel con la codicia de quien lo tiene todo frente suyo y no lo quiere soltar jamás. Quitándote cada prenda con fuerza pero con sutileza, tocando tu ser mientras observo como el placer te invade y te desinhibe por completo. Puedo confesar también en este momento que recuerdo las noches de sushi, de pizza y comida chatarra con juegos de mesa y cerveza ...

Pensamientos de madrugada V

Acá estoy de nuevo, con una botella de whisky a medio terminar. Sí, a eso he llegado, a tomar whisky como en esas series que te gustaban, que nos gustaban. Con una botella a medio terminar e intentando escribir algo para ti. Podría ser una carta, pero ya tienes muchas, y comenzar con un hola y terminar con un hasta pronto ya perdió sentido. Intente escribir un poema, pero descubrí que eso de rimar no va conmigo y la prosa ya se hace monótona. Quise también una canción pero, ¡¿en serio?! Yo no tengo ritmo y duré más de lo que dura Norther Winslow en “ el gran pez ” y no logré más de las tres líneas que el escribe. Es una buena película, ¿sabes? Es de esas que podría repetir en una tarde de sábado con lluvia y comida, mientras nos tapamos con una cobija corta y los gatos se pasean por entre nuestras piernas, obligándonos a quedarnos en la misma posición porque no somos capaces de despertarlos, hasta que el hambre los hace irse y volvemos a ser los dos en medio de la tenue luz de la luna...

Dudas

Una vez más estoy ahogando mis penas en un vaso de licor amargo y barato. No me siento mal, y debo aceptarlo, pero tampoco soy quien quisiera ser. No estoy tranquilo pero tampoco me siento infeliz. No me hallo perdido pero siento que soy un ente que roba aire. Una y otra vez me levanto y lo primero que me repito es: “Vida, estoy listo para que me lleves cuando quieras”. Y si, sé que no debería ser así, pero la mayoría de veces es difícil luchar contra ese tipo de pensamientos. Y no es porque lo quiera, solo que me siento preparado para todo lo que llegue en el momento que llegue y de la manera que llegue. No es la primera vez que lo pienso y sé que tampoco será la última. Las noches pasan largas, cargadas de insomnios y pesadillas. Algunas tan reales que al abrir los ojos asustado me cuesta creer que no sucedieron en realidad. ¿Qué agobia tanto mi mente para que siga siendo así después de tanto tiempo? ¿Es alguna clase de karma que estoy pagando? Ya no lo sé, y tampoco quiero entende...

Inexplicable

No sabía cuánto te extrañaba, hasta que volví a verte y recordé esa primera vez que mi cuerpo temblaba de nervios. No lo sabía hasta que volví a abrazarte y me fundí en una extraña paz que solo he encontrado entre tus brazos No sabía cuánto extrañaba besarte hasta que ese nuevo primer beso me ahogo en placer y no quería terminarlo. No lo sabía hasta que terminando nos miramos fijamente y sonreíste como siempre me ha gustado que lo hagas. No sabía cuánto extrañaba tomarte de la mano y caminar con nuestros dedos entrelazados hasta que, cruzando la avenida, sentí que llevaba el mundo entero a mi lado. No lo sabía porque había pasado tanto tiempo desde la última vez, que mis recuerdos resultaban nulos. No sabía cuánto extrañaba tu cuerpo desnudo   encima de mí hasta que, con mis manos, recorría cada centímetro de ti. No lo sabía hasta que nuestra piel se fundió en un mismo universo y los gemidos amoldaban la escena en un compás que solo tú y yo seríamos capaces de crear. No sab...