Inexplicable

No sabía cuánto te extrañaba, hasta que volví a verte y recordé esa primera vez que mi cuerpo temblaba de nervios. No lo sabía hasta que volví a abrazarte y me fundí en una extraña paz que solo he encontrado entre tus brazos

No sabía cuánto extrañaba besarte hasta que ese nuevo primer beso me ahogo en placer y no quería terminarlo. No lo sabía hasta que terminando nos miramos fijamente y sonreíste como siempre me ha gustado que lo hagas.

No sabía cuánto extrañaba tomarte de la mano y caminar con nuestros dedos entrelazados hasta que, cruzando la avenida, sentí que llevaba el mundo entero a mi lado. No lo sabía porque había pasado tanto tiempo desde la última vez, que mis recuerdos resultaban nulos.

No sabía cuánto extrañaba tu cuerpo desnudo  encima de mí hasta que, con mis manos, recorría cada centímetro de ti. No lo sabía hasta que nuestra piel se fundió en un mismo universo y los gemidos amoldaban la escena en un compás que solo tú y yo seríamos capaces de crear.

No sabía cuánto te extrañaba porque mi corazón estaba invadido de una tristeza y una frustración inimaginable y simplemente no quería hacerlo. No lo sabía pero por más que quería olvidarte, los días pasaban y no podía dejar de pensar en ti, de soñar contigo, de imaginar un día a tu lado, un viaje, un momento, una canción o un libro. No podía dejar de crear ideas en mi mente en las que estábamos juntos y lo éramos todo. Una casa, una chimenea, un par de tragos, comida, tú y yo. Un paisaje, quizá la nieve, una bebida caliente, tu y yo. La playa, el mar y su brisa andante, despeinándote mientras ríes a carcajadas quizá por alguna tontada mía, o una sonrisa coqueta al lente de la cámara, tú y yo.

No sabía cuánto te extrañaba, no porque no lo hiciera, sino porque no pensaba en todo lo que habías causado en mí y cuando volví a verte, sentí una vez más que mi mundo está en el brillo de tus ojos, en la curvatura de tu sonrisa y en el calor de tu cuerpo. Que mi mundo, de a pocos, estás siendo tú.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Pensamientos de madrugada VI

Pensamientos de café