Aniversario
¿Sobrevivir? Si, sobrevivir. Es algo que hacemos a diario; sobrevivimos a la vida misma, al estrés del día, al clima bipolar, al niño gritón que va al lado de nosotros en el transporte público o al señor de la tercera edad que se va quejando de tu pinta y te regaña por como luces.
Sobrevivimos a lo que no nos gusta porque nos toca, sobrevivimos para llegar a ese lugar que deseamos y tanto nos ha costado, sobrevivimos de una manera que ni siquiera entendemos y no podemos explicar... Pero si, sobrevivimos.
Hace un año, sobrevivir era mi palabra de fuerza. Horas después de una caída "volando en bici" en el parque Nacional, sobrevivir era lo que quería, y así se lo pedía a los médicos: "Hagan lo que tengan que hacer, pero quiero seguir viviendo"
A las seis de la tarde de ese 28 de noviembre fui consciente de todo lo que había escuchado, visto y hablado. Y si, nuevamente era un sobreviviente, porque entré al hospital con un intenso dolor entre el vientre y la espalda, un dolor que me acababa, que no me dejaba respirar... Un dolor que me advertía que algo no estaba bien, y ante todo eso, yo solo pedía sobrevivir.
Sobreviví después de ocho unidades de sangre y tres de plaquetas, una nefrectomía con laparascopía exploratoria (esto lo recuerdo mucho porque lo escuché bastantes días) y 8 puntos en la ceja (cinco externos y tres internos). Sobreviví gracias a las mágicas manos de mis cirujanos y todas las personas que cuidaron de mi. Sobreviví gracias a Dios, la vida, el destino, la suerte, la magia o como lo quieran llamar, sobreviví gracias al amor de mi familia y de mis amigos, al amor que recibí en cada uno de esos eternos minutos de zozobra y desconcierto.
Pero ante todo, (y en esto me abrazo y me felicito) sobreviví porque nunca dejé de creer que así lo quería y que aún no era el momento de irme de acá. Sobreviví porque sabía que algo debía cambiar en mi vida y que no podía seguir jugando con la muerte, ni siquiera en bromas infantiles o comentarios graciosos y que, tal como pasó, debía aprender a las buenas o a las malas que somos un instante, una fragilidad.
Y fue así como el 28 de noviembre de ese 2021, a las... No sé, cuatro de la tarde, al despertar y recordar que un montón de médicos y enfermeros me habían visto el pene (como si eso fuera gravísimo), entendí que aún estaba acá y que tenía una oportunidad más para quererme, para sentar cabeza y aprovechar cada momento que sucediera. Tenía otra oportunidad para no tener pena y vivir tranquilo y menos complicado, que debía ser feliz teniendo lo que la vida misma me había puesto ahí.
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