LA FLECHA PERDIDA
-
Es imposible que una de mis flechas nuevas se halla
perdido, es hasta ahora la segunda vez que las uso. Además, recuerdo haber
contado 20 flechas antes de meterlas en mi aljaba
-
No te preocupes, mañana podrás buscarlas en el
bosque, de seguro la encontraras.
-
Esta bien, iré a cocinar.
Lór entro pensativo a la cocina, le preocupaba su
flecha y más aun, le preocupaba no haberse fijado antes. Un elfo joven nunca
olvidaba nada, y menos si de sus cosas personales se trataba. Sin embargo intentó
dejarlo de lado para preparar su postre. Miro con cuidado la receta y empezó a
prepararla:
“mezclar doce pomarrosas con cinco gramos de
harina. Aparte, con azúcar de savia de árbol rojo y crema de bosque, cocine
tres ramas de eucalipto. Esto le dará sabor dulce a las frutas. Es importante
que la savia sea de árbol rojo ya que la textura es mas jugosa y mas facil de
manejar.”
-
Que huele tan bien?- pregunto Tegalad
-
No es nada raro. Solo postre de pomarrosas, esta
mañana encontré algunas en el bosque. ¿Cómo dormiste?
-
Bastante bien, creo que estoy preparado para tu
lección de hoy.
Tegalad era un elfo maestro de espada, se había
nutrido en el arte desde muy pequeño y como era debido y venia ocurriendo desde
muchos milenios atrás el hermano mayor debía enseñar al menor.
-
Me parece bien, tan pronto acabe el postre podemos
ir.
-
Como quieras, voy a limpiarme guárdame un poco de
eso ¿quieres?
♣♣♣♣♣
Lór no quería entrenar ese día. En su mente todavía
vagaba la preocupación de haber perdido su flecha.
Un golpe en el costado lo derribo y lo hizo caer en
el riachuelo.
-
debes concentrarte. Cuando estas en guerra no puede
haber nada mas en tu mente, si no te concentras, serás blanco fácil para tus
enemigos
-
lo siento, se que estoy muy distraído pero es que…
-
lo se, tu flecha, hable con mi padre esta mañana,
prometo ayudarte a buscarla tan pronto acabemos la lección, por el momento
ponte en guardia.
-
Cuida tu espalda, recuerda que no soy tan malo como
antes.
Las hojas crujían bajo los pies ligeros de los
elfos, cada movimiento era veloz, y esto lograba crear cierta melodía. También
se le sumaban los destellos de las espadas, los gritos de Amrod y el dolor de Lór.
Un golpe en el pecho. Uno en el costado y otro en
la pierna y de nuevo, tendido en el riachuelo, se sobaba mientras contenía las lágrimas.
En anochecer
asomaba. Unas pocas estrellas brillaban en el cielo. Solo se oía el
cantar de los búhos y el tronar del
fuego encendido por Amrod.
-
se ve muy oscuro. No creo que podamos buscar la
flecha. Tal vez mañana, pero no te prometo nada, iré a forjar algunas cosas con
Elendil. ¿Hay algo que quieras que le informe a Eriathwen?
-
Me decepcionas, rompiste tu promesa de acompañarme
a buscarla
-
Entiende Lór. El bosque es peligroso aun para
nosotros que lo conocemos como a nuestra mano. Sabes que no es bueno entrar. No
pelees mas, vamos a casa y mañana si tengo tiempo te acompaño.
-
Como quieras, pero no volveré a creerte.
Lór agarro su espada y tomo rumbo a su casa, mientras planeaba
recogerla el día siguiente.
♣♣♣♣♣
El sol brillaba. Por primera vez después de mucho
tiempo Lór se levantaba antes que su padre. Sospecho pero sin importarle mucho
tenso su arco, bajo a comer pan sin levadura y vino. Esta vez lo que encontró
no fue esto. Se sorprendió que no hubiera ni pan ni vino. Desde que recordaba
nunca faltaba día en que al menos una de estas dos cosas acompañara su
despensa.
Que raro - pensó – sin embargo decidió preparar una
ensalada rápida. Miro todos los ingredientes, pronuncio unas pocas palabras y
en un segundo la ensalada estaba servida en el plato.
-
Creo que mejoras. Antes ni siquiera podías picar los
musgos dorados. Tu magia se esta viendo, pero aun falta mucho por aprender.
Lór se dio la vuelta con un tomate en la boca.
-
Buen sol padre. Si no es imprudente ¿Puedo saber por
que no saliste temprano hoy?
-
Me venció el sueño. La edad me esta acabando, ya no
soy tan fuerte como antes.
Elros soltó una leve carcajada después de hablar. Lór
simplemente lo miro, termino la ensalada y le regalo una pequeña sonrisa.
Después de despedirse, salio al bosque
en busca de su flecha.
Mientras caminaba intentaba recordare los lugares en
los que había estado. También pensaba en recoger más hojas de palma seca para
su cuaderno.
Camino y camino. Aunque reconocía los lugares por los
hoyos de flecha en los árboles no había rastro de la que había extraviado.
Las horas pasaron. Fue el sonido que hizo su
estomago lo que provoco que tomara un
descanso para tomar una pequeña merienda. De su bolso de corteza de árbol saco
un pedazo de pastel y un poco de agua. Descanso bajo la sombra de un árbol. Sin
embargo su paz se acabo cuando a lo lejos vio algo que lo enfureció.
A gatas llego hasta un tronco pútrido, lo primero que
identifico fue la cola de su flecha, luego de entre el pasto saco la cabeza.
Era su flecha pero partida en dos.
Lloraba, gritaba, golpeaba todo lo que había a su
alrededor. ¿Quien había sido el maldito que le causaba tanto dolor? Busco a su
alrededor y vio una figura blanca que corría hacia el sur. Lór no dudo, recogió
sus cosas y salio tras esa figura…. Esa esbelta figura.
♣♣♣♣♣
Las ramas salidas de los árboles pasaban rápidamente,
el camino era claro, solo se oían los pasos de Lór. Aquella forma se movía rápidamente
y hacia que Lór chocara contra las rocas del sendero.
Cansado de correr decidió soltar una flecha contra la
figura. Justo cuando tensaba su arco un dolor en su pecho lo obligo a caer. El
dolor pasó del pecho a la cabeza. Alucinaba, le producía nauseas y ganas de
vomitar pero lo único que lograba era escupir saliva. Un sabor a bilis le invadía
la boca. Poco a poco cerró los ojos, según su cuerpo lo obligaba. No valía la
pena luchar, su flecha ya estaba rota y su cuerpo no mostraba signos de vida.
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