EL COMIENZO


Lór despertó, la mañana estaba clara aunque hacia mucho frío. Sin embargo el abrigo que se puso lo calentó inmediatamente. Después de tensar su arco, bajo a la cocina, comió un poco de pan sin levadura y bebió unos cuantos sorbos de vino.
Salio sin hacer mucho ruido, no quería despertar a su hermano. Su padre como era costumbre, salía cuando aun era de noche y ni Lór ni Amrod sabían la razón. Y no les interesaba conocerla.
Decidió rápidamente ir al bosque a probar su puntería, tal vez bajaría algunas frutas para el desayuno o quizás se comería unas y las otras las vendería en el mercado.
Después de caminar unas horas había llegado al bosque. No sabia exactamente en que parte estaba, mientras caminaba había pensado en Irte, la hija del herrero. Sin embargo como buen elfo sabía que no iba a demorar mucho en encontrar el camino de vuelta a casa. Miro a su alrededor en busca de algunos árboles viejos a los que le pudiera clavar sus nuevas flechas. También las frutas más maduras.
Me daré un buen banquete con aquellas – pensó – miro fijamente las pomarrosas y grabo el lugar para bajarlas en el momento en que volviera.
Pasaron las horas y Lór no paraba de lanzar sino hasta que se le acababan las flechas. Siempre antes de lanzar la última miraba en busca de estas para que no le costara trabajo y tiempo reunirlas. Cuando por fin se sintió agotado se sentó en un tronco a escribir en su antiguo y heredado cuaderno de hojas de palma seca:

”Su historia no acabo con un final feliz. Pero su nombre quedo grabado en cada uno de los habitantes de la comarca. Sus hijos eran reconocidos y respetados como los hijos del héroe que libero todo un pueblo de la tiranía de la Emperatriz  y ante todo murió al lado de su esposa, como siempre había soñado.”

Lór cerró su cuaderno. Después de mucho tiempo había dado punto final a su historia. Ahora, era mas o menos el medio día, camino de vuelta a casa. Eso si, no olvido sus pomarrosas, con ella iba a deleitar a su familia con un delicioso postre. Camino y camino hasta llegar al sendero que lo llevaría de nuevo a casa. Mientras miraba al suelo recordaba las sabia palabras de su abuelo:
”cuando te encuentres en el sendero, solamente camina hasta el árbol tres ramas, que esta ubicado en medio de dos caminos. Uno de ellos te devolverá a casa, el otro…… el otro…. No recuerdo muy bien a donde... eso fue hace mucho tiempo cuando la memoria no me fallaba. Bueno, ¿En que íbamos? Oh si, ya recuerdo te decía que tu padre era un buen guerrero, tenia la mejor puntería entre los elfos….”
 El abuelo nunca le termino de dar las indicaciones. Fue tiempo después, cuando ya era un elfo joven que su papá le contó el final.

Salía humo de la chimenea, su padre ya estaba en casa.

-         Buenos días padre. ¿Como te encuentras esta mañana?
-         Muy bien mi guerrero. ¿Como estuvo la tuya?
-         Mejor que nunca. Encontré algo que te va a agradar.
-         Que bueno que todavía pienses en mí. ¿Que es?
-         Pomarrosas, rojas y jugosas. Tengo bastantes para tu magia y mi cocina.
-         Que buenas noticias que me das. Llevo algo más de un mes sin entrar a mi preparatorio.
-         Y yo algo más de un mes sin cocinar. Hoy comeremos como bien de nuevo. El invierno dejo poco, pero sirve.

Lór acomodo sus flechas en la mesa, justo en ese momento se percato de que le hacia falta una.

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