Serendipia
Y ahí estaba yo, absorto de mis meditaciones y los sueños infantiles que suceden en medio de una absurda, pero pulcra, monotonía. Ahí estaba yo bajo una utopía incandescente que me consumía poco a poco y lentamente, pero de la que empezaba a disfrutar, y mejor aún, a admirar.
Nunca he sido de esperar algo de alguien ni nada de un momento o una situación, basicamente porque la energía que tengo la he consumido intentando dar lo mejor de mí para sorprender a mi "yo interior"… para luego darme cuenta de lo poco que espero incluso de mi mismo.
Así que ahí estoy yo, degustando el ardor de una copa de vodka con limón. Contento y algo asombrado por lo grande que llega a ser mi imaginación cuando me embriago de ideas mientras voy realizando alguna otra actividad en el trabajo o practico algún deporte.
Y luego, llega este momento. Ese increíble momento al que se le conoce como serendipia, y cambia todo de mi. Mis ideas, mis frustraciones, mis tristezas y un par de pesadillas que ocurren momentáneamente. Aparece, para mi fortuna, tu sonrisa. Cerca de mi. Casi rozando mis labios, con un olor sutil a ron, ese ron que me entorpece el pensamiento y me cambia el parecer.
Y entonces ya no estoy solo. Estas tu, en mis piernas, con una copa de vino, una camisa larga y un montón de historias que llenan de carcajadas la suite. Estas encima de mí, pero te siento a mi lado. Estas acostada junto a mi, mirándome fijamente mientras sonríes y la delicadeza de tus manos hace tacto con mi tosco rostro, que de imprevisto arquea también una sonrisa. Estas detrás de mí pero nunca me dejas porque siento tus manos tomándome por la cintura mientras el chalet evapora el humo de un cigarro y respira de ese agreste pero enviciante olor a licor. Ese que la noche anterior nos estaba dando pie a desnudarnos para ligarnos en un clímax único y desvelante.
Entonces, apareciste tú, perfecta y pulcra, dándome fortuna, siendo quien realmente eres. Para hacerme entender que muchas veces lo que queremos no es lo que necesitamos y que cuando esos hallazgos suceden, no hay mejor reacción que dejarlo suceder.
Así que acá me tienes, yo tan tuyo sin poder serlo, y tú tan mía, mi serendipia.
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