Estados


(I)
Me encuentro solo, en ese momento donde las cosas no son lo que esperamos pero no nos tienen inconformes con lo que vivimos a diario. Algunas veces el cigarrillo que cuelga de mis labios no es suficiente para dejar a un lado toda la mierda mental que me atrapa. Solo me pregunto una y otra vez: ¿Por qué ahora? ¿Por qué a mi? A veces hallar respuestas no es la solución. He aprendido a dejar que el flujo del destino haga lo que tenga que hacer conmigo, para seguir adelante, para no estancarme en este profundo pozo que a veces carga consigo tristeza, desespero, ansias. Acá me encuentro solo en un lugar que no tiene salida, o por lo menos, un lugar del que no quiero irme. Solo, con un café caliente y sin azúcar, algo amargo, una vela que pretende calentar este tenue  lugar y mi agonía, por algo que no descubro aún.

(II)
Camino en pasos largos, pisadas fuertes que dejan marca, cada paso es el golpe de un tambor, algo que penetra mi corazón desapaciblemente. Cada golpe es un dolor, algo que me tumba, que no me deja levantarme, solo busco seguir, caminar por donde sea, no importa si doy vueltas en círculos, solo quiero que mis pies me lleven por donde deba ir, lejos de este lugar que me carcome. No importa nada, sé que soy fuerte y puedo seguir. No importa nada, sé que soy fuerte y voy a seguir. No importa nada… ¿Realmente no importa? ¿Debería ser así? Da igual, acá estoy, siendo quien puedo ser, con la fuerza que me da para serlo. Sé que no debo rendirme… Y aunque cueste, debo progresar. No hay nada en mi contra, todo marcha a mi favor.
(III)
Respiro profundo, abro los ojos, la luz que alumbra la habitación me reconforta, acostado en un catre suave, una ventana que no lleva a ningún lado pero que da sensación de libertad. Una mesa con comida fresca, y un café tibio. Hace calor, pero no desespera. Acá estoy de nuevo, me encuentro solo pero en paz, todo va bien, todo se siente bien. No sé que pasa exactamente conmigo, puedo caminar por distintos lados, y aunque ninguno me lleva lejos, todos me sacan de esta bascosidad. Hay música de fondo, proveniente de una pequeña choza que distingo a lo lejos. ¿Lejos de donde? Aun hay cosas que no puedo entender, la ventana que veo es mi propia mente, y se extiende por donde yo quiero que vaya. La choza crece, sale humo de la chimenea. Debo estar llegando a casa…
(IV)
La calma se apodera de mi, vuelven las sonrisas, la luz, se abren puertas, los amaneceres tienen más nitidez, los anocheceres siguen siendo iluminados por un astro flotando gigante en medio de la nada. El café se siente fuerte en las mañanas, me despierta. Corro, por una y otra calle, viendo la gente pasar, dejando que mis pensamientos fluyan con la música que siempre me acompaña. Todo se siente mejor, se ve de otra manera, pinta con varios colores, tonos lúcidos, todos fluorescentes, todos psicodélicos que me guían por una senda que, en mi mente, me dará la apacibilidad que tanto llevo buscando. Es el fin, el ultimo capítulo de un libro que he escrito durante tantos años. Es el comienzo de una nueva historia, en la que todo será como yo quiera que sea. Es el inicio de una vida que quiere, que anhela, que desea llegar más allá de lo que se puede, tan lejos como se quiere. Es el inicio de un nuevo yo. Un ser que muere y surge como el fénix, para volar otra vez y dejar a un lado las cenizas que me asediaban el camino. Acá estoy, para decir: Sé quien soy, sé que puedo.



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