Momento

En medio del abrazo, la inquietante noche se hace tersa y cálida. No parece haber mucho ruido fuera más allá de los latidos de nuestros corazones en un compás a cuatro tiempos. La gente pasa, nos mira con cierto recelo, y los entiendo, ¿quién no quisiera estar en mi posición? En medio de tus brazos y el calor que emanan tus besos húmedos. Degustando la ligereza de tus manos recorrer la piel tosca que me hace ser. De tus dedos entrelazando mi cabello y activando las terminaciones nerviosas en mi cuerpo, creando en mi una corriente de placer y deseo, de pasión y ternura.

El beso se hace perenne, nuestros labios rozan juntos, y aceleran la respiración en cada segundo que avanza. Nuestras manos se enganchan, aferradas a la idea de no ser separadas jamás. El "boom" de tu corazón junto al mío se hace intenso, cada vez lo escucho más fuerte y profundo. Una vez más es el instante de un trance que nos hace ser uno solo, una conexión que nos transporta a ese espacio donde solo estamos tu, yo y un gato dorado que da saltos alrededor de nuestras piernas, envolviéndose y juntándonos como quien no quiere separarse jamás del otro. 

Hoy solo somos lo que hemos soñado en cada noche distante. En cada momento vedado que hemos buscado, guiados por ese colosal sentimiento que nos atrae y que podríamos censurar bajo nuestros deseos libidinosos de estar en aquel lugar al que pertenecemos, desnudos de cuerpo y alma, de ser y esencia. Desprovistos de cualquier prenda que no permita el roce de mi piel con la tuya, de nuestro sudor lujurioso y pactante de ese código que tan solo juntos, con la mirada, podemos entender.

Hoy, una vez más, es la noche quien juega con nosotros, vociferándole a las nubes que den paso a la luna para brillar. Para hacer soneto con el ritmo de ese amor confinado entre tu ser y el mío, entre nuestros distantes cercanos corazones, que piden a gritos ser liberados y poder cometer el pecado más humano, ese inmenso y contagioso que llaman amar. Hoy nuevamente somos los dos, envueltos en un abrazo vigoroso, mientras la gente pasa y susurra entre labios y algo envidiosos que anhelarían un amor como el nuestro; perplejo y enardecedor pero macizo como el roble, un amor que va paso a paso construyendo cimientos de ilusión, de esperanza, de paz, y que se encamina urgido a ser perfecto a su manera, con todas las broncas que ello simbolice, pero que siempre esté presto a ser mejor.

Hoy, la noche concluye con tu cabeza en mi pecho, con ese elegante embrollo que hacen nuestros cuerpos bajo las sábanas, con el agotamiento que dejó un momento de lujuria y concupiscencia y que solo afianza el más puro sentimiento de ese amor dado a nuestra manera, pero que no deja de ser auténtico, distinto, eterno, y que solos tu y yo entendemos.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Pensamientos de madrugada VI

Inexplicable

Pensamientos de café