Carta a un amor que no volverá
Mia:
¡Que me lleve el putas! La vida es una mierda desde que te fuiste. El puto doctor ese, que ni doctor será. Ese que me recomendaste, me diagnosticó "síndrome de Fregolí". Un pinche putito ese, ¿eh? Y que dice, además, que ando alucinando. El no me cree que sé que estás acá. Dice que mejor me tome los medicamentos y que eso me va a mejorar. Me recomendó salir con mis amigos, ¿puedes creerlo? ¡que salga, me dice el lamebolas! ¿Y a donde voy a salir? Cada calle que camino trae tu aroma. Cada baldosa de La Central me recuerda cuando, entre risas, jugabas a no pisar las rayas. Me dice también que tenga contacto con la naturaleza... pero es que el no sabe que en el Parque Nacional, cada árbol está marcado con nuestras iniciales y la fecha en que la tallamos. Y que, seguramente, habíamos hecho el amor ahí, desbordando adrenalina por ser descubiertos.
Han pasado un par de semanas desde que te fuiste. ¿Por qué carajos me dejaste? Ahora estoy yo, sólo, bebiendo y fumando, con una caja llena de sueños escritos que teníamos y que no se van a cumplir. Mi familia dice que voy a enloquecer, que deje el apartamento a la venta, que done tus cosas a una fundación. Tu familia me dice que empiece de cero, tus hermanos me han invitado a garchar un par de veces con amigas, me dicen que lo deje todo como está, que es el final y que empiece de nuevo. ¿Por qué ninguno me pregunta como me siento? Nadie entiende la falta que me haces. Nadie sabe que es lanzar un sinfín de ilusiones al vacío... ¿ilusiones me preguntas? Si, eso es... Y es que no lo supiste, no tuve tiempo de sorprenderte, esperaba que a que salieras para hacerlo pero siempre pasaba algo y debías quedarte una noche más en la camilla. Pero, ¿recuerdas el viaje que soñamos? Esa vez que me dijiste que querías ir a la India, bueno, ya era una realidad. Hoy era nuestro vuelo hacia Nueva Delhi, las maletas siguen en la puerta, esperando que llegues para irnos a cumplir todas esas ideas locas y descabelladas de conocer un nuevo continente. Pero calma, eso no es todo. ¿Recuerdas esa casa con laguna a las afueras de la ciudad? Hice un buen negocio y salió más económica de lo que estaba. Sólo faltarían unos arreglos en ella, como soñábamos hacerlo en los días de verano. Y mi moto, esa que tanto odiabas, la cambiaría por una yegua blanca con gris, un fulano de la vereda estaba interesado... ibas a poder andar a pelo por el valle. Ahora dime, ¿es fácil iniciar de cero y dejar las ilusiones?
¡Maldito cancer! Se llevó mi vida entera, y nadie jamás entenderá lo que sentí al enterrar tu ataúd. Así que acá estoy sólo, vaciando la tercer botella de vodka, ebrio y testarudo, pensando en como recuperarte. En como tenerte de nuevo para poder llevarte el desayuno a la cama, uno que si comas con ganas, mientras fumo mi cigarro desde el balcón.
Amor mío, hoy todos me dicen que te deje ya, que me despida y continúe la senda. Mi jefe me despidió puesto que no he sido capaz de volver a hacer un reportaje. Mis amigos me dicen que estoy hundido en el alcohol y ya no salen conmigo a por cerveza. Hasta tu perro viejo me evade para dormir. Pero no todo es malo, no. La barba me ha crecido un montón, me siento como leñador, aunque mi madre me pide que la deje arreglarla, pero no, jamás tendrá la delicadeza que tenías tu cuando lo hacías. Hoy me vi al espejo, ahora entiendo como nunca te gustó. Me hace ver delgado. Ahora, quizá un poco tarde, pero comprendo por qué aún cuando pasabas horas frente a el, siempre me pedías que fuera honesto y te dijera si te veías bien. No recuerdo una sola vez que pensara en decir que no.
Mia... vuelve. Vuelve que te extraño, la soledad me agobia y sinceramente no sé cómo más seguir. No sé vivir sin ti. Fue lo único que no me enseñaste. Te quiero de vuelta, extraño tus abrazos y tus besos largos, y no soy capaz de aceptar que no volverán. Extraño cuando nos desnudábamos para estar en la tina por horas leyendo las historias de antaño que marcaron nuestros primeros días juntos. Vuelve, por favor, que no sé cómo ser alguien sin ti, y te necesito.
Si vuelves, prometo no volver a beber más de unas copas de vino en el almuerzo, prometo cocinar todas las noches sin importar cuán cansado esté. Prometo terminar el poemario y escribir en tu cuerpo cada verso que te he dedicado. Acá estoy, esperando por ti, a que golpees la puerta así como la primera vez y poderte decir cuanto te amo.
Siempre tuyo.
¡Que me lleve el putas! La vida es una mierda desde que te fuiste. El puto doctor ese, que ni doctor será. Ese que me recomendaste, me diagnosticó "síndrome de Fregolí". Un pinche putito ese, ¿eh? Y que dice, además, que ando alucinando. El no me cree que sé que estás acá. Dice que mejor me tome los medicamentos y que eso me va a mejorar. Me recomendó salir con mis amigos, ¿puedes creerlo? ¡que salga, me dice el lamebolas! ¿Y a donde voy a salir? Cada calle que camino trae tu aroma. Cada baldosa de La Central me recuerda cuando, entre risas, jugabas a no pisar las rayas. Me dice también que tenga contacto con la naturaleza... pero es que el no sabe que en el Parque Nacional, cada árbol está marcado con nuestras iniciales y la fecha en que la tallamos. Y que, seguramente, habíamos hecho el amor ahí, desbordando adrenalina por ser descubiertos.
Han pasado un par de semanas desde que te fuiste. ¿Por qué carajos me dejaste? Ahora estoy yo, sólo, bebiendo y fumando, con una caja llena de sueños escritos que teníamos y que no se van a cumplir. Mi familia dice que voy a enloquecer, que deje el apartamento a la venta, que done tus cosas a una fundación. Tu familia me dice que empiece de cero, tus hermanos me han invitado a garchar un par de veces con amigas, me dicen que lo deje todo como está, que es el final y que empiece de nuevo. ¿Por qué ninguno me pregunta como me siento? Nadie entiende la falta que me haces. Nadie sabe que es lanzar un sinfín de ilusiones al vacío... ¿ilusiones me preguntas? Si, eso es... Y es que no lo supiste, no tuve tiempo de sorprenderte, esperaba que a que salieras para hacerlo pero siempre pasaba algo y debías quedarte una noche más en la camilla. Pero, ¿recuerdas el viaje que soñamos? Esa vez que me dijiste que querías ir a la India, bueno, ya era una realidad. Hoy era nuestro vuelo hacia Nueva Delhi, las maletas siguen en la puerta, esperando que llegues para irnos a cumplir todas esas ideas locas y descabelladas de conocer un nuevo continente. Pero calma, eso no es todo. ¿Recuerdas esa casa con laguna a las afueras de la ciudad? Hice un buen negocio y salió más económica de lo que estaba. Sólo faltarían unos arreglos en ella, como soñábamos hacerlo en los días de verano. Y mi moto, esa que tanto odiabas, la cambiaría por una yegua blanca con gris, un fulano de la vereda estaba interesado... ibas a poder andar a pelo por el valle. Ahora dime, ¿es fácil iniciar de cero y dejar las ilusiones?
¡Maldito cancer! Se llevó mi vida entera, y nadie jamás entenderá lo que sentí al enterrar tu ataúd. Así que acá estoy sólo, vaciando la tercer botella de vodka, ebrio y testarudo, pensando en como recuperarte. En como tenerte de nuevo para poder llevarte el desayuno a la cama, uno que si comas con ganas, mientras fumo mi cigarro desde el balcón.
Amor mío, hoy todos me dicen que te deje ya, que me despida y continúe la senda. Mi jefe me despidió puesto que no he sido capaz de volver a hacer un reportaje. Mis amigos me dicen que estoy hundido en el alcohol y ya no salen conmigo a por cerveza. Hasta tu perro viejo me evade para dormir. Pero no todo es malo, no. La barba me ha crecido un montón, me siento como leñador, aunque mi madre me pide que la deje arreglarla, pero no, jamás tendrá la delicadeza que tenías tu cuando lo hacías. Hoy me vi al espejo, ahora entiendo como nunca te gustó. Me hace ver delgado. Ahora, quizá un poco tarde, pero comprendo por qué aún cuando pasabas horas frente a el, siempre me pedías que fuera honesto y te dijera si te veías bien. No recuerdo una sola vez que pensara en decir que no.
Mia... vuelve. Vuelve que te extraño, la soledad me agobia y sinceramente no sé cómo más seguir. No sé vivir sin ti. Fue lo único que no me enseñaste. Te quiero de vuelta, extraño tus abrazos y tus besos largos, y no soy capaz de aceptar que no volverán. Extraño cuando nos desnudábamos para estar en la tina por horas leyendo las historias de antaño que marcaron nuestros primeros días juntos. Vuelve, por favor, que no sé cómo ser alguien sin ti, y te necesito.
Si vuelves, prometo no volver a beber más de unas copas de vino en el almuerzo, prometo cocinar todas las noches sin importar cuán cansado esté. Prometo terminar el poemario y escribir en tu cuerpo cada verso que te he dedicado. Acá estoy, esperando por ti, a que golpees la puerta así como la primera vez y poderte decir cuanto te amo.
Siempre tuyo.
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