El Asesinato del Señor Banana
Hace más de un año que no escribía algo... por lo menos no en este blog.... Me di cuenta que escribir siempre sobre literatura nórdica y ese tipo no me da.... La historia que está en las entradas anteriores esta en una especie de "stand - by"
Hoy, decido subir una historia totalmente diferente a lo de siempre... Algo que quizás no tiene lógica y que acaba de una forma brusca y prematura... Pero, dado el caso.. los últimos escritos que he realizado, han sido de este tipo. Espero que lo disfruten tanto como yo al escribirlo:
Hoy, decido subir una historia totalmente diferente a lo de siempre... Algo que quizás no tiene lógica y que acaba de una forma brusca y prematura... Pero, dado el caso.. los últimos escritos que he realizado, han sido de este tipo. Espero que lo disfruten tanto como yo al escribirlo:
EL ASESINATO DEL SEÑOR
BANANA
Eran cerca de las nueve de la mañana. Una habitación muy convencional de un
escritor común. Más bien parecido a alguno de los que matan en las películas.
El sitio quizás podría ser una mansión a las afueras de una ciudad como las que
siempre mencionan en los libros de detectives. Y esta, es una historia en
verdad bastante corta, en la que se busca descubrir el asesino de un escritor
muy reconocido en aquella ciudad. Quizás fue el jardinero que se encontraba esa
mañana podando las plantas de la ventana de esa habitación. O el mayordomo que
había servido fiel al hombre durante toda su vida. Entre los sospechosos están
también Molly, el ama de llaves, el sobrino avaro que deseaba la fortuna del escritor, un electricista que
estaba arreglando las luces de la casa (y uno de los que más acusación tiene puesto que en el
momento de la muerte hubo un apagón en la mansión) y por supuesto el mismo
escritor, el señor Banana.
Este es claramente un apodo que recibió alguna vez por su amada y difunta
esposa. La que murió en un accidente automovilístico una noche de pelea
viniendo de una cena de lanzamiento de un libro, y la razón por la que todos
piensan que el señor Banana era tan solitario y tímido. Su rutina no cambia
mucho excepto por uno que otro lanzamiento, cena de inauguración, bienvenida,
despedida, o cumpleaños de algún pariente. Todo era monotonía en su vida. Se
levantaba a prender su pipa, tomaba un sorbo del café que su ama de llaves
había dejado en algún momento, miraba por la ventana, fumaba su pipa, la
apagaba, iba y se daba un baño y bajaba a su living a escribir alguna historia
de suspenso o desamor.
Era un tipo bastante aburrido, de pocos amigos, muy amable eso si. Y en
toda su vida solo le molestaba algo que a muchos asombrará… Nunca, he dicho
NUNCA en ningún momento de su vida, podía dejar de comerse mínimo dos bananas
al día. El día que esto no fuera así, el genio del señor Banana era de madres.
El detective era un tipo gordo de bigote tipo Dalí, con una lupa en el ojo,
una gabardina caqui que le llegaba a los talones. El ayudante por su parte era
un tipo alto y flaco, de ojos caídos con un blazer gris y un corbatín vino
tinto. Su pantalón era de dril y le quedaba algo saltón. Como ya dije, esta historia no es más que
igual a las comunes, pero la conozco a la perfección porque la he visto toda.
Se que paso en cada segundo desde antes de la muerte hasta el momento en el que
el detective se fue de aquel hermoso pero solitario lugar.
Las pruebas tendían mas a culpar al mayordomo, el fiel servidor del señor Banana y el arma homicida claramente no fue más que… Si, la última banana que
probó nuestro personaje. El detective con su voz grossa y algo enferma lo
culpaba de haber puesto alguna medicina del gato en esta. Por ser un hombre tan
solitario, la herencia sería toda para el y que mejor forma de heredar que
buscando una muerte sencilla y poco común…
¡MOMENTO! ¿Gato? En ningún momento mencione a un gato... En fin, digamos
que en aquella mansión vivía como fiel acompañante del señor Banana un hermoso
gato siamés. Por razones lógicas, no es
el heredero puesto que tampoco llega a ser tan idiota como para dejar millones
en fortuna a un tonto, estúpido e infeliz gato que no hace más que rascarse el
sobaco todo el día y tomar leche tibia en cada momento que sale a maullar a el
mayordomo. En fin…. Eso no le quita lo bonito.
Bueno, volviendo a la historia, la casa llena de policías causaba nostalgia
en el vecindario. En medio de toda la muerte del Señor Banana era algo que a
todos entristecía puesto que era una gran persona. El detective solo hacia preguntas
una y otra vez. Ese tipo de preguntas en las que el acusado se siente
intimidado. Nunca fui partidario de que le preguntaran a uno que hacia a una
hora un día cualquiera. Es violar la
intimidad de las personas, pero en caso tal de que los acusados se negaran a
responder a las incómodas preguntas, serían llevados a la cárcel como
principales sospechosos, si no los culpables directos. Y aquellos terceros que
no colaboraran con la policía, serian llevados a interrogación por ser
cómplices en el tema.
La tarde caía y todo parecía indicar que la medicina para gato si había
sido la culpable, el arma homicida ya se veía negra y oxidada. Los policías
estaban terminando de recoger el cuerpo, y ordenando todo lo que había quedado
en desorden. Molly lloraba pues el mayordomo había sido siempre su amor, el
jardinero se quejaba por que ya había pasado su turno y nadie le pagaría las
horas extra. El electricista ordenaba la herramienta que la policía había
decomisado y el sobrino.. Pues el seguía en donde siempre había estado. Todo
parecía indicar que el mayordomo tendría de 15 a 20 años de prisión, si no la
cadena perpetua (lo que implica lo mismo puesto ya este era un viejo decrepito
y mala caroso) Todo volvía a su lugar cuando extrañamente un policía joven y lleno
de acné grito desesperado mientras sacaba su arma de la funda y apuntaba
tenebroso a un montón de ramas que estaban en el jardín de atrás. Todos
salieron corriendo al lugar buscando encontrar la razón de aquel grito de
niñita.
Al acercarse, el detective encontró a un hombre de tez pálida, voz
tenebrosa y ojos brillantes. Cargaba consigo un frasco de unas pastillas con un
gato dibujado, y al lado de el se veía un gato siamés muerto y lleno de moscas.
El joven policía solo quería disparar, pero el detective había encontrado al
verdadero culpable. Al salir, el asombro de todos era impresionante, nadie
podía creer que por supuesto, el asesino hubiese sido YO, el famoso y no tan
mencionado en esta historia, sobrino del estúpido señor banana. Así es, el
narrador de esta magnifica historia, resultó siendo el culpable. Aquel que
ninguno esperaba… ¿O si? Da igual, en este momento la soledad de una jaula
vacía y maloliente me hace escribir la historia de cómo mi incredulidad me
llevo a mi final. Ahora, soy yo quien pagará entre 15 y 20 años de cárcel, sin
tener quien me visite, comiendo tres veces al día comida que posiblemente esta
hecha con carne de ratas, de las mismas que me acompañan en la noche. No hice esto con algún fin, pero ahora, el
papel sanitario en mi jaula llega a su fin y la tinta... bueno, no querrán
saber con que lo escribí. En todo caso así fue todo, el oficial se acerca jaula
tras jaula pidiendo que durmamos y así lo haré, como siempre imaginando que mañana seré libre y quizás
conoceré a alguien con mas fortuna y no pasaré mas por esta vergüenza. Hasta
mañana.
Digory van Hutton, único y fiel sobrino del señor banana.
Moraleja 1: Si
asesinas a alguien, nunca te escondas en el lugar del homicidio.
Moraleja 2: No busques parecer culpable cuando vas a matar a alguien.
Moraleja 3: no inventes moralejas que jamás vas a cumplir.
Moraleja 2: No busques parecer culpable cuando vas a matar a alguien.
Moraleja 3: no inventes moralejas que jamás vas a cumplir.
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