Aquí vamos
Cae la noche, fría, turbia, poco convencional a lo que se espera cuando la tarde estuvo iluminada por un sol que parecía hacer arder el firmamento, me acompañan un saco de lana viejo, una taza de chocolate caliente y un computador donde escribo ligeramente lo que pienso. Se supone que inicio un nuevo año, no lo siento. La moral sigue en el mismo lugar, quizá un poco persuasiva y caótica, imaginando que será si este año se repite la situación. Ad portas de cumplir años en un momento en el que no lo quiero… así como los otros 16 años atrás en lo que tampoco lo quería o disfrutaba. Limpiando mi alma, dejando que ella sola libere todo eso que durante tanto ha guardado, soltando mis muñecas para escribir algo sin necesidad de borrarlo como ha sucedido las últimas cinco o seis veces, preso de una impotencia por el deber ser no el querer. Mi cabeza sigue siendo un despelote, pero puedo asegurar que esta vez es uno que logro disfrutar, en mi mente ronda la idea de cómo somos u...